Recogemos la entrevista con D. Javier Guerrero de Juan y D. José Luis Rivera Rivera, apicultores de La Alcarria en su momento con más de 20 años de experiencia y una explotación pequeña de unas 90 a 100 colmenas constituyendo un colmenar estable, no transhumante (está fijada en un año, como mínimo, la estabilidad de las colmenas para acogerse a la Denominación de Origen) y una producción de unos 1.000 kilos de miel monofloral de romero (unos 15 kilos de media al año cada colmena, aunque hay factores que pueden modificar esa cantidad) que de acuerdo a los informes anuales del Centro Apícola Regional de la Consejería de Agricultura y Medio Ambiente de Castilla-La Mancha, «cumple los requisitos establecidos en el Reglamento de la Denominación de Origen «Miel de la Alcarria».
La única miel con Denominación de Origen en España es la de La Alcarria, acogida a la singularidad de esa zona (climatología, tipo de suelos, …) cuando cumple los requisitos establecidos: características físico-químicas (humedad, acidez, conductividad, colorimetría,…) meliso-palinológicas (porcentaje de polen de romero, de espliego, o de tomillo en la miel multifloral) y características organolépticas (aroma, sabor).
Una miel de calidad requiere que las abejas de sus colmenas liben lo más lejos posible de todo cultivo para descartar que las abejas al recoger el néctar puedan hacerlo en terrenos afectados por cualquier pesticida o herbicida.
Tras recolectar la miel, el único proceso debe ser el filtrado por un tamiz, con lo que «por decantación la miel se posa abajo en el recipiente, quedando arriba las partículas sólidas que contiene. Luego, sólo queda su envasado». Procesada de este modo, «a los pocos meses la miel tiende a cristalizar». Respecto al proceso de cristalización de la miel, por el que adquiere su estructura y apariencia sólidas: «La cristalización es un proceso natural. Siempre que esté bien envasada y sin un proceso industrial de tratamiento, todas las mieles cristalizan. Si al cabo de un tiempo de su recolección y envasado no cristaliza puede ser, o bien por tener un nivel de humedad muy alto, superior al 25%, con riesgo de fermentación si la humedad es excesiva, o bien debido al proceso térmico al que desgraciadamente muchas mieles son sometidas para romper la estructura cristalina de los azúcares y así limarla para que llegue líquida al mercado, tal y como el consumidor sin cultura apícola demanda».
Hablan de la «necesidad de una cultura del consumo de miel» para que no desaparezca la tradición apícola de nuestro país, «una de las mayores y más antiguas del mundo, como se refleja en cuevas prehistóricas de la península ibérica». Frente a ello, la realidad actual: «Somos uno de los países de Europa con menor consumo de miel, (menos de medio kilo por persona y año, mientras los alemanes por ejemplo consumen más de 2 kg. al año) y otros productos de la apicultura (veneno de abeja, propóleo, polen, jalea real, cera), debido al desconocimiento de sus propiedades y características. Es importante que la gente se fije en la composición y características de la miel que consume, más que en el simple sabor. De ahí la importancia de los análisis polínico y físico-químico, que descomponen qué es cada miel».
«Come miel, vivirás mucho y bien»
Diferencian entre la miel según sea de importación o del país, así como si se trata de miel monofloral o miel multifloral: «Más del 50% de las mieles que se consumen en España son de importación, mientras las mieles de aquí del país se exportan en una gran proporción al norte de Europa, donde valoran en mayor medida los buenos productos apícolas. Las mieles de importación son buenas únicamente por resultar competitivas en precio, no en calidad, con las mieles elaboradas y recogidas en la Alcarria.» Ésta posee una serie de «propiedades médicamente demostradas, para las quemaduras por ejemplo, y cuyo uso terapéutico tradicional ha ido cayendo en el olvido por la invasión de laboratorios de la industria farmacéutica.»
Los beneficios naturales de la apicultura no se limitan a los productos de la colmena: «El apicultor es un sector ganadero -trabaja con animales, no plantas-, de los más complejos. La abeja es un animal salvaje, no doméstico, el único del que el hombre aprovecha no su carne ni su producto directamente sino la recolección del producto de las plantas. La abeja recolecta un producto que, de lo contrario, el hombre no podría aprovechar. Es animal recolector de un producto que prácticamente no transforma, aunque modifica la estructura química de las cadenas de azúcar, no modifica la composición. De ahí que la miel sea el azúcar más fácil de digerir. Las abejas recolectan el néctar, libándolo de las flores, y lo transportan a la colmena en el buche, donde unas enzimas desdoblan los azúcares y los hacen fácilmente asimilables por el organismo al facilitar su proceso de asimilación, frente a otros azúcares -muy especialmente el azúcar blanco refinado industrial- que se pueden almacenar en el organismo humano originando procesos de fermentación intestinal».
La apicultura tiene además un claro y beneficioso impacto medioambiental, ecológico, de polinización, de equilibrio: «Hay flores que sólo se polinizan gracias a las abejas, por ejemplo la producción de ki is es imposible si no hay abejas. En cualquier explotación agrícola la introducción de abejas en los cultivos mejora la calidad y la cantidad de la producción, así sucede con los frutales también».
Recuerdan lo que Einstein decía al respecto, que si las abejas desapareciesen de la tierra los días del hombre estarían contados. En efecto, «Los insectos son un eslabón fundamental en la cadena trófica del ecosistema, un factor muy importante por tanto en la cadena alimenticia».
Javier y José Luis no son partidarios de que la Administración conceda subvenciones a los apicultores «porque en la práctica no repercuten en el sector». Pero «si la gente no consume miel, las subvenciones resultan imprescindibles». En su opinión, el papel de las administraciones públicas debiera limitarse a la defensa de los productos de la tierra, entre ellos los del sector apícola. Estiman que el principal impedimento para el desarrollo de la apicultura es el bajo consumo de miel y derivados, así como el alto porcentaje de importación de mieles extranjeras, con una calidad muy inferior. A pesar de ello creen que se trata de un sector con futuro, al ser nuestro país deficitario en la producción de miel respecto al consumo interno: «La falta de competitividad se debe al bajo consumo, si la gente tomara más miel de calidad subiría su producción y podría invertirse la realidad de un sector deprimido en La Alcarria. También se debe a la falta de análisis polínico que certifique y determine la presencia y cantidad de una flor en mieles autodenominadas monoflorales, o en las conocidas como mil flores, muchas veces producto casi exclusivo de la importación».
IMPORTANCIA TERAPÉUTICA Y ECONÓMICA DE LA MIEL
«Las plantas visitadas por las abejas transmiten sus características organolépticas al néctar y polen recogidos por éstas, como puede comprobarse en las mieles puras y frescas de las llamadas unifloras. Igualmente suministran a la miel y al polen sus principios alimenticios y, de forma suave, sus principios activos, lo que junto a su valor alimenticio explicaría el carácter terapéutico de ciertas mieles, como las de tomillo, romero, brezo, gayuba,…, en definitiva su valor dietético y otras propiedades germicidas, antioxidantes, fungicidas. La miel y el polen poseen una serie de propiedades terapéuticas, tales como su acción aperitiva, estomáquica, laxante, diurética, béquica, dinamogénica, antianémica, anticarencial, remineralizante, sedante, febrífuga, emoliente, antiséptica, … Existe una correlación entre las propiedades terapéuticas de una miel o un polen, y las de aquellas plantas medicinales de las que proceden». En la relación de plantas medicinales de interés apícola, López de Bustamante señala las propiedades más relevantes de cada planta de la que proceden las mieles. Del romero destaca que es colagoga y antiséptica. Además las melíferas aromáticas de La Alcarria, entre ellas el romero, «proporcionan unas mieles de aroma y sabor excepcionales».
(Fernando Muñoz López de Bustamante: «Flora Apícola de la Región Castilla-La Mancha», Curso de plantas aromáticas y medicinales, Universidad Politécnica de Madrid, 1998).
«Existe una verdadera simbiosis entre la flora aromática y las abejas, … Pero el polen, la miel o la cera, son los beneficios menos importantes que reporta la apicultura: su verdadero interés radica en el incremento de las cosechas agrícolas que producen las abejas, debido a su acción polinizadora sobre los vegetales visitados, especialmente acusado en frutales, leguminosas y forrajeras. Con esta finalidad es frecuente la práctica de arrendar colmenas en los países más adelantados como Estados Unidos, Inglaterra., … Ciertas variedades de fruta sólo se consiguen mediante la polinización cruzada y las abejas constituyen más del 90% de los insectos visitadores de las flores de los frutales, … Es bien conocido el carácter colonizador de muchas plantas aromáticas y medicinales (tomillo, ajedreas, cantuesos, …) por lo que su conservación es fundamental para evitar la erosión y formar el suelo fértil».
(Fernando Muñoz López de Bustamante: «La flora medicinal y el equilibrio biológico», Curso de plantas aromáticas y medicinales, Madrid, 1998).
«Los elementos minerales que se encuentran en la miel, bajo una forma tal que son directamente asimilables por nuestro organismo, contribuyen al mantenimiento del esqueleto (calcio) y a la regeneración de la sangre (hierro) . La miel es un alimento de alto poder nutritivo, un sustituto ideal del azúcar industrial, proporciona fuerza y salud. Además sus enzimas facilitan la buena asimilación de otros alimentos. La miel es buen coadyuvante para recuperar el equilibrio y contra la fatiga y depresiones físicas y psíquicas. Sirve también de remedio terapéutico para ciertos problemas de asimilación o de insuficiencias digestivas. Y por sus propiedades antisépticas, su acción sobre la flora intestinal es destacable, especialmente en lactantes. Sin olvidar su utilidad en afecciones respiratorias (tos, bronquitis, irritaciones en la garganta, sinusitis). Miel de romero: de color ámbar y muy sabrosa, es recomendada para las dolencias hepáticas. Sirve como estimulante».
(J.M. Pamies Travesset: «Miel, jalea, polen y própolis, fuentes de vitalidad y armonía»,Medicina Natural, Editorial Libsa, Madrid, 1994).
«La miel facilita una rápida recuperación de la energía muscular a los deportistas, así como una rápida recuperación de las fuerzas a las personas de edad y a los niños. Se atribuye esta propiedad excepcional de la miel a la presencia de enzimas en ésta, que desempeñan una función muy importante en el organismo. Si nuestro organismo fuese totalmente privado de enzimas estaríamos a caer de agotamiento, incluso habiendo excesos de alimentos nutritivos, puesto que ningún elemento podría ser asimilado. La miel contiene además sales de calcio, sodio, potasio, magnesio, hierro, cloro, fósforo, azufre, iodo, es decir, los llamados oligoelementos. Estas sustancias minerales presentes en el organismo en cantidades insignificantes desempeñan en él una función biológica muy importante. Reaccionando con diferentes enzimas, vitaminas y hormonas, dichas sustancias actúan sobre la excitabilidad del sistema nervioso, la respiración de los tejidos, los fenómenos de la circulación de la sangre, etc. Debido a que con la edad se observa una nítida modificación del metabolismo, también varía la cantidad necesaria de oligoelementos en la sangre y en los diversos órganos. En estos casos, la introducción de estos elementos, particularmente en forma de miel, se hace entonces aún más importante. La miel contiene además ácidos orgánicos (málico, tartárico, cítrico, láctico, oxálico) así como proteínas, vitaminas (B1, B2, B3, B5, B6, E, K, C, carotina, … : su cantidad depende de la cantidad de polen en ella), xantofila, sustancias estimulantes que elevan la actividad del organismo humano y sustancias de crecimiento (bios). La miel es también un depósito completo de poderosos medios médico-profilácticos: posee demostradas propiedades bactericidas, antisépticas, desinfectantes y antibióticas, que impiden el desarrollo de la flora microbiana».
(N. Ioirish: «Las abejas, farmacéuticas aladas», Editorial Mir, Moscú, 1985.).
(artículo publicado en Conocer Arganzuela nº 75, octubre de 1998)